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LAS POLÍTICAS CULTURALES Y LA HISTORIETA EN ESPAÑA

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Estaba ojeando la página web del Festival de Angoulême, el mayor festival sobre cómic del mundo junto a la ComiCom de San Diego, preparando mi peregrinación anual a tan magno acontecimiento cuando me ha vuelto a asaltar la misma sensación de tristeza de todos los años.

Uno llega a Angoulême y ve las calles rotuladas con bocadillos, las grandes pintadas basadas en cómics sobre las paredes de los edificios (hasta en los de 5 o más plantas), las esculturas en la calle dedicadas a grandes autores de historietas, la calle Herge o la Uderzo, su Centro Nacional de la Historieta, su museo del papel y la ilustración, su Residencia para autores jóvenes, la gigantesca estantería para cómics de los Carrefours (mayor que la de los yogures de la versión española de estos supermercados, para que se hagan una idea) y un muy largo etcétera. Entonces uno recuerda la situación aquí, en la piel de toro. Y claro, lo mínimo es que te inunde la tristeza o ya directamente caigas en una profunda depresión al darte cuenta de que en España las políticas culturales se dictan al antojo de las modas y no de las necesidades reales.

Verán, en Francia, por no movernos de país, pero hay más ejemplos, los tebeos son cultura, pero no de boquilla. La historieta ocupa su parte dentro de las políticas culturales francesas, tienen un Centro Nacional, y van a abrir un par de museos más en breve. La historieta entra en los grandes espacios de la cultura, como en el Centro Pompidou. Y se honra y cuida a sus autores. Casi casi igualito que aquí (lease en plan sorna).

En España la historieta no tiene cabida en las políticas culturales, ni en las del ministerio de Cultura, ni en las de las Consejerías de Cultura, ni en las concejalías. Sí, es verdad, existe el Premio Nacional del Cómic. Pero nada más. Punto y final. ¿Se imaginan que el mayor esfuerzo que realizara el estado para la promoción y difusión del teatro o del cine fuera únicamente un premio nacional? Alguien podrá decir que se va a crear un Museo Nacional del Cómic en Cataluña, pero que decir de un museo dedicado “solo” al cómic catalán e internacional. Me van a disculpar, pero me gusta escribir de cosas serias y dejar las tonterías varias que vienen envueltas en banderas para otros con más tiempo o más estómago.

Déjenme darles varios datos que les van a dejar muy clara la situación del cómic en España y porqué se hace cada día más vital la creación de políticas culturales en torno al cómic. De cada cien tebeos que se publican en España menos de diez son de autores españoles (la cuota para el cine español es del 25%). Se han perdido la gran mayoría de páginas originales de los tebeos españoles anteriores a 1960, se está comenzado a perder incluso el material impreso de principios de siglo (por ejemplo la edición restaurada de Historietas Sevillanas de Andrés Martínez de León se ha realizado siguiendo dos obras impresas, no quedan originales, y ha sido imposible restaurar digitalmente la portada por el mal estado de ambas ediciones). Salvo los autores del Jueves (y no todos) apenas 4 o 5 creadores se ganan la vida con los tebeos publicando en nuestro país. Los editores de cómics apenas reciben ayudas de ningún tipo, lo que es un agravio comparativo con el resto del gremio. Y podría seguir mucho más tiempo.

Y creanme, la historieta es un medio barato. Los costes de unas posibles ayudas a la edición de autores españolas serían ridículos comparados con los del cine. Por ejemplo, con las ayudas a una sóla película se podría fomentar la edición de al menos 50 novelas gráficas de jóvenes creadores (y no haría faltar publicar muchas más al año). El presupuesto de creación y mantenimiento de un Centro multidisciplinar dedicado a la historieta de carácter nacional (pero de verdad) puede estar en torno al 40% del coste de cualquer centro de arte contemporáneo. La restauración de 100 páginas originales y otros 100 tebeos impresos de primeros del siglo XX puede ser como mucho el 30% de la restauración de una película de esas fechas o el 5% de un retablo. Sería barato y muy rentable (social, cultural y políticamente hablando) crear políticas culturales de apoyo al cómic español.

Y no piensen que la culpa de este desastre la tienen únicamente los políticos. El propio sector tiene buena parte. A día de hoy ha sido incapaz de asociarse y ofrecer una única voz, coherente y seria frente a las administraciones (he estado en varias iniciativas orientadas a la creación de una Academia de la Historieta española y hemos salido siempre mal parados, criticados por casi todos y apoyados por nadie). Sin un interlocutor claro, con conocimento de causa, con la formación y la experiencia adecuada y que tenga detrás suya a la mayoría del sector del cómic español las administraciones difícilmente van a dar el primer paso, será casi imposible que ayuden a un sector que habla con mil voces, incoherentes la mayoría (aún recuerdo la propuesta a una delegación del Congreso de los Diputados de crear ayudas a la traducción de mangas, para reír si no reflejara tan bien la realidad de cierto sector editorial del cómic en España, por cierto, el mayoritario y el menos interesado en los autores patrios).

Y encima está lloviendo. Esperemos que mañana salgo el sol…


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